domingo, 31 de marzo de 2013

Amanecer Índigo


Nacen en todo el mundo criaturas con la misión de pacificar a la humanidad


AMANECER DE LOS NIÑOS ÍNDIGO


Escribe:  Miguel Grinberg


Imágenes: Omar Panosetti
 




No se trata de un fenómeno sobrenatural ni se inscribe en los parámetros de la ciencia-ficción. Es un dato concreto de la realidad. Durante los últimos veinte años se ha verificado el nacimiento incesante de niños "diferentes", que en primera instancia causan estupor o desconcierto en sus padres, dado que a medida que crecen sus conductas no responden a todo lo que el mundo de los adultos da por sobreentendido. Literalmente, no calzan en los moldes preestablecidos.



Durante las últimas dos décadas, médicos pediatras, educadores y asistentes sociales vienen siendo testigos de un fenómeno infantil que no registra antecedentes en los anales de la medicina y la pedagogía. Se trata de la irrupción de una nueva especie de criaturas que poseen características espirituales, anímicas y motrices muy diferenciadas de lo que tradicionalmente se consolidó a través de la cultura humana.

Varios libros algo distantes, publicados en Estados Unidos y Europa, han abordado el fenómeno y coinciden en utilizar una denominación común para estos seres sorprendentes: los llaman Niños Índigo

En lo que se refiere a su desempeño cotidiano, y esto ya empieza a ser advertido claramente cuando comienzan a ser "socializados" en el jardín de infantes, en general estos niños evidencian por una parte falta de concentración o de atención, y por otra parte se distinguen por lo que técnicamente la pediatría denomina hiperactividad. Tanto en el jardín como en su hogar, se desentienden de las pautas que intentan concretar los mayores y al mismo tiempo manifiestan un dinamismo físico desmesurado y resulta casi imposible mantenerlos callados. Esto último ha impuesto en todo el mundo el uso de una droga cada día más corriente, denominada metilfenidato.

Una de los primeras referencias sobre este fenómeno generacional fue efectuada hace más de una década por el espiritualista estadounidense Drúnvalo Melchizedek, quien indicó que a partir de 1982 habían comenzado a nacer muchos niños con el "tercer ojo" abierto, o sea, con una activación incentivada de lo que en Occidente conocemos como "intuición" o "sexto sentido". Posteriormente, cuando ya se utilizaba ampliamente la denominación "niños del nuevo sueño", el mismo explorador de la consciencia humana declaró: "Hay tres tipos de niños que emergen hoy en el mundo. Los primeros aparecen en China desde 1984 y son llamados ‘niños super-psíquicos’. Los segundos son los ‘niños Índigo’. Y los demás se clasifican como ‘niños del sida’, que nacieron en Estados Unidos infectados por sus progenitores y hasta los seis años eran seropositivos. Y de pronto, el HIV desaparecía. El primer caso fue estudiado por la Universidad de California en Los Ángeles, y se descubrió que, a diferencia de todos los mortales, en el su código genético (ADN) poseían cuatro ácidos nucleicos adicionales. O sea, traen un sistema inmunológico fortalecido".

Las novedades de 1982 fueron documentadas por la investigadora estadounidense Nancy Ann Tappe, quien en su libro Understanding your life through color (Entendiendo su vida mediante el color) describía el advenimiento de niños con un "aura" (campo electromagnético de los seres humanos) de color violáceo o índigo. Tappe posee el don de ver naturalmente dichos campos, y afirmaba que la humanidad estaba ante un fenómeno sin precedentes.

Hoy se multiplican informes y libros sobre la temática de los niños Índigo en todo el mundo. Todos aseveran que ellos poseen atributos psicológicos insólitos, evidencian una elevada sensibilidad y llegan a nuestro mundo con la misión de promover un nuevo entendimiento en la especie humana. Se afirma que progresivamente su número crecerá velozmente en el planeta entero y que —comenzando por sus familias y siguiendo por los establecimientos escolares que frecuenten antes de llegar a la vida adulta— impulsarán la creación de una nueva sociedad basada en la honestidad, la solidaridad y el amor.

Momentáneamente, dado el grado de sutileza emocional de los niños Índigo y los procesos convulsivos y destructivos del mundo actual, muchos de ellos evidencian actitudes que los pediatras rotulan como distracción, hiperactividad o inclusive autismo (retracción personal). Pero en medio de esta vorágine algo debe ser resaltado de modo inequívoco: no todos los Índigo son ADD/ADHD y tampoco todas las criaturas con ADD/ADHD son niños Índigo.

En su libro The Indigo Children, publicado en Estados Unidos en mayo de 1999, los investigadores Jan Tober y Lee Carroll destacan que no se trata apenas de un fenómeno estadounidense, y que ya los han detectado en tres continentes. Su nacimiento no depende del grado cultural de sus padres ni de su posición social. Y resaltan que "los medios de comunicación social se abstuvieron de prestarle atención al tema porque no pueden admitir que esté naciendo una generación con la finalidad de transformar la sociedad, esta sociedad que presuntamente constituye un modelo estático e inmutable". 

Todos los profesionales que aportaron estudios al libro de Tober y Lee lo hicieron con la intención de proporcionar a los padres y educadores de los niños Índigo herramientas útiles para una convivencia creativa y, al mismo tiempo, para evitarles padecimientos innecesarios a quienes dentro de una generación estarían en condiciones de alterar —para mucho mejor— el calamitoso estado de nuestro mundo.

METILFENIDATO VERSUS ADD/ADHD

En inglés, la sigla ADD se refiere al Trastorno por Déficit de Atención (attention deficit disorder) y el ADHD indica Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (attention deficit hyperactive disorder). En Estados Unidos, ambas perturbaciones son caratuladas como "desórdenes neurológicos", y ya son tan comunes que afectan a unos dos millones de niños (el 5 por ciento de la población infantil). Se estima que por lo menos en cada aula de la enseñanza preescolar y primaria hay un niño con tal problemática, lo cual dificulta su desempeño en la clase y en los demás marcos sociales.

Ante estas circunstancias, los expertos se muestran trabados y desconcertados porque no logran ponerse de acuerdo sobre las causas exactas del ADD/ADHD. Tanto una conferencia de especialistas realizada en 1998 por los Institutos Nacionales del Salud, como otra de la Academia Americana de Pediatría en 2000, llegaron a la conclusión de que "no existen bases biológicas conocidas para tales afecciones". Un destacado neurólogo señaló: "Cuando más se estudia la hiperactividad o el ADD, menos certeza se tiene de lo que son, o si se trata de un millar de situaciones diferentes llamadas de la misma manera".


A lo cual agregó otro neurólogo: "No hemos identificado una causa única del ADHD, y de hecho probablemente un día se probará que es un término paraguas para una cantidad de desórdenes asociados". 

 


 En consecuencia, según los mayores especialistas, el mecanismo exacto que dispara el ADD es desconocido y el criterio de que el ADHD no es un síndrome comprobado tiene muchos adeptos, tanto médicos como educadores. No obstante, exista o no tal síndrome, resulta claro que muchos niños tienen dificultades en la escuela por su incapacidad de prestar atención. De allí el uso masivo de metilfenidato, para atenuar el auge de la hiperactividad infantil.

Dado que las hipótesis de los expertos son muy variadas, ello crea mucha más angustia y confusión entre los padres y los niños que padecen los síntomas. Por ejemplo, la Asociación Pedriática Americana elaboró una lista con catorce indicadores, de los cuales por lo menos ocho deben estar presentes para que se diagnostique que un niño padece ADD/ADHD. Ellos son: 1) mueven a menudo nerviosamente sus manos y sus pies, o se contorsionan cuando están sentados; 2) tienen dificultad en permanecer sentados cuando les es requerido; 3) se distraen fácilmente ante estímulos externos; 4) tienen dificultad en esperar su turno durante los juegos u otras actividades grupales; 5) con frecuencia emiten respuestas abruptas antes de que se hayan completado las preguntas; 6) tienen dificultad en seguir las instrucciones; 7) tienen dificultad en mantener la atención durante juegos o tareas; 8) suelen pasar de una actividad incompleta a otra; 9) no logran jugar con calma; 10) suelen hablar en exceso; 11) suelen interrumpir o avasallar a los demás; 12) suelen no escuchar lo que se está diciendo; 13) suelen olvidar los elementos necesarios para las tareas; 14) suelen envolverse en actividades peligrosas sin considerar las posibles consecuencias.

En EE. UU, numerosos padres comienzan a negarse a utilizar el metilfenidato por sus frecuentes efectos colaterales: nerviosismo, insomnio, pérdida de apetito, náuseas, palpitaciones, cefaleas, erupciones cutáneas, problemas digestivos y estados de depresión.



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