domingo, 31 de marzo de 2013

Portadores de Sabiduría


Nuevas latitudes de la experiencia 
humana en la Tierra

Escribe: Miguel Grinberg



Imágenes: Andrés Bestard





"Estamos viviendo en la mayor revolución de la historia, un enorme cataclismo espontáneo de la especie humana íntegra: no la revolución planificada y llevada a cabo por algún partido, raza o nación en particular, sino un profundo y elemental hervor desbordante de todas las contradicciones internas que siempre habitaron al hombre, una revelación de las fuerzas caóticas dentro de cada cual. No es algo que hayamos elegido, ni es algo que podamos eludir. Esta revolución es una profunda crisis espiritual del mundo entero, manifestada vastamente con desesperación, cinismo, violencia, conflicto, auto-contradicción, ambivalencia, temor y esperanza, duda y creencia, creación y destructividad, progreso y regresión, apego obsesivo a imágenes, ídolos, slogans, programas que embotan la angustia general sólo por un momento hasta que estalla por doquier de un modo más agudo y terrorífico... El hombre está preparado para convertirse en un dios, y en cambio a veces luce como un zombie."
Thomas Merton

En este preciso instante, en esta zona del orbe que llamamos Tierra, tiene lugar un acontecimiento trascendental a la vez traumático y regocijante. Es como el nacimiento de un bebé, pero a escala global. Se trata de una emergencia generativa que no tiene precedentes y que, por lo tanto, le exige un esfuerzo titánico a nuestra capacidad de percepción. Por primera vez en la historia de nuestra especie, estamos en condiciones de trascender nuestra animalidad básica y de ingresar a territorios inexplorados de la experiencia evolutiva. Fluidamente, sin compulsión ni violencia.

Estamos dándonos a luz a nosotros mismos como seres noéticos (portadores de espiritualidad consciente). No es algo que se esté llevando a cabo como precedido por una planificación premeditada, sino que se inventa a sí mismo en el mismo momento de acontecer. Y porque sucede, se hace posible. Esta eclosión de energías reveladoras es la desembocadura de un prolongado proceso de refinamiento del potencial humano a través de los siglos. Maestros iluminados, visionarios anónimos, mesías, avatares, profetas e iniciados de intensidad y proyección variadas, fueron modulando la sustancia de este largo peregrinaje a través de la expansión transformadora de la consciencia humana.

Este autor llama eco-espiritualidad a la fuerza motriz de esta epopeya, porque es tanto una recreación del hecho de "vivir en la Tierra" (realidad física) como una ligazón incondicionada con la "energía divina" (realidad suprema). Existen muchas distorsiones y prejuicios ante el uso del adjetivo "espiritual", y conviene hacer algunas aclaraciones al respecto para reducir al mínimo los malos entendidos (bien intencionados o de los otros).

La Metafísica (más allá de la física, en griego) es la rama de la filosofía que investiga sistemáticamente la naturaleza de los principios basales y los problemas de la realidad última. Se complementa con la Ontología (estudio del ser) y la Epistemología (exploración de la naturaleza y del origen del conocimiento). La Teología estudia la naturaleza de Dios y las verdades religiosas.
Dentro de los vastos territorios filosóficos, existe una doctrina llamada Espiritualismo que –tanto ante los fenómenos naturales como ante los valores morales– sostiene la independencia y la primacía del espíritu con relación a las condiciones materiales, afirmando que los primeros constituyen una manifestación de fuerzas anímicas o vitales, y los segundos creaciones de un ser superior o de un poder natural y eterno, inherente al hombre. Simultáneamente, el Espiritismo es una creencia en la supervivencia del alma y en la posibilidad de comunicación a través de médiums (personas capaces de recibir mensajes de ultratumba debido a sus facultades psíquicas especiales) entre vivos y muertos, entre los espíritus encarnados y los desencarnados.

El término latino "spiritu" se ha referido tradicionalmente al principio vital o a la energía animadora de las criaturas vivientes: el segmento inmaterial del ser humano. Pero también ha servido para referirse a entidades sobrenaturales como ángeles, demonios, hadas, gnomos, elfos y duendes. En el mundo cristiano, el Espíritu Santo es la tercera Persona de la Trinidad. Los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas afirman que la Virgen María concibió a Jesús del Espíritu Santo, que el Espíritu de Dios descendió sobre Jesús en el bautismo, y que Jesús estaba pleno del Espíritu Santo cuando rechazó las tentaciones de Satanás en el desierto. En el Evangelio de Juan habla Jesús del Espíritu Santo como del "Consolador" (el término griego es "Paracleto") y del Espíritu que guiará a los hombres por la senda de la verdad, y estará con ellos para siempre como presencia continua de Dios.

 


A partir de aquí, hay bibliografías infinitas que densifican ilimitadamente la conversación. Muchos pueblos antiguos creían en la existencia de espíritus astrales que vivían en diversos cuerpos celestes. A veces aparecían como ángeles caídos, y otras como almas humanas que aún no habían alcanzado el cielo. En ocasiones, se trataba de espíritus malignos o demonios que se inmiscuían en los asuntos humanos. Tales ideas primitivas han dejado huellas profundas en las leyendas populares y en el ocultismo. Según Paracelso (alquimista y físico suizo, 1493-1541) todo ser humano y aun toda partícula de materia tiene un elemento astral o sideral. En los siglos XIII y XIV se llamó "espirituales" a los frailes franciscanos que practicaron la regla de San Francisco de Asís (1181-1226, padre espiritual de algunos movimientos ecologistas actuales) en su modalidad más rigurosa, especialmente lo referido a la pobreza, y se convirtieron en promotores de movimientos místicos y milenaristas. Algunos de ellos se unieron a los fraticelli y otros murieron en las hogueras de la Inquisición.

Habitualmente, pensadores actuales definen al espíritu como "aliento vital", según etimologías antiguas de origen griego, hebreo y latino, señalando que la vida espiritual tiene sus raíces en el cuerpo. El tema se complejiza cuando se define al alma como principio inmortal o "chispa divina" del hombre: teológicamente aparece como la naturaleza espiritual del hombre considerada en relación con Dios y definida como inmortal, separable del cuerpo a la hora de morir, y susceptible de goce o desgracia en un estado futuro. O sea, como espíritu desencarnado.

En este escrito, se asume lo espiritual sin ligarlo a una religión específica, fuera de especulaciones místicas, ocultistas, gnósticas, panteístas o sobrenaturales, libre de fantasías de índole inmaterial o incorpórea. Se habla del espíritu como nous o fuerza explicadora de las cosas (según los griegos), de la mente como totalidad de los procesos psicológicos, y del alma (del latín anima) como soplo, exaltación, aliento o principio activo de la vida.

Algunos de los prejuicios más comunes en esta zona surgen por igual de círculos religiosos tradicionales y de grupos ideológicos ateos. Para los primeros, toda "espiritualidad" no inscripta en el dogma pertinente resulta sospechosa y sujeta a repulsa, como agente de heterodoxias si no paganas, por lo menos inaceptables. Para los segundos, todo lo espiritual es sinónimo de "religión" o de "clericalismo" y por consiguiente les resulta menester combatirlo.

El nous ha dado origen a dos términos cruciales: noética y noósfera. Este último fue creado por el sacerdote jesuita Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) y designa la "capa pensante" humana que recubre la Tierra. Es la envoltura energética formada por toda la actividad espiritual de los humanos: vasta trama psíquica cuya aparición se remonta a los primeros hombres, en la aurora del pensamiento reflexivo, y cuya densidad no hace más que crecer en función del número de seres humanos y de la calidad de su pensamiento, su consciencia evolutiva y su predisposición transformacional. Dijo: "La Noósfera no puede funcionar sino liberando siempre más, y a un potencial más elevado, la energía espiritual". En el curso de la evolución, el desarrollo de la consciencia no reflexiva se designa como psicogénesis. En el momento de la aparición del hombre, la psicogénesis se trasforma en noogénesis o génesis del pensamiento reflexivo: "La psicogénesis nos había conducido hasta el Hombre. Se borra ahora, relegada o absorbida por una función más elevada: el alumbramiento primero, luego todo el desarrollo del Espíritu, la Noogénesis".

LA VIDA DESCARTABLE

La trivialización de la vida contemporánea ha apartado a las personas cotidianas de la posibilidad de introspección y de refinamiento de sus potenciales espirituales. Las ha incrustado en una visión del tiempo completamente restrictiva y esterilizadora, sujeta a rituales recurrentes de consumo y a credos materialistas que bloquean toda iniciativa de conscientización reveladora. Han sido reificadas o convertidas en cosas, tan descartables como los envases y los objetos que asfixian a la naturaleza. Perdidas en esa maraña de "externalidad", oscilan entre la desesperación y el aturdimiento, a la espera de buenas noticias que jamás llegan.

No promovemos el retorno a la Grecia antigua, pero cabe recordar que desde muy antiguo distinguían entre la psyche (ser individualizado, singular e irreductible) y el thymos (impulso indiferenciado que caracteriza a todo ser vivo y que alcanza su potencia máxima en el caso humano). No obstante, a veces psyche designa un mero principio de animación, al menos por su significado original de "hálito". La mayor parte de los términos que significan "alma" poseen este significado primitivo. Fue posteriormente Aristóteles quien introdujo una división tripartita en el alma, al hablar de una parte vegetativa (propia de las plantas), una parte sensitiva (propia de los animales) y una parte racional (propia de los hombres). 

Esto no significa que el hombre sólo tenga un alma pensante, sino más bien que ésta caracteriza al ser humano respecto de los demás seres. Esta alma pensante, segmento superior del conjunto, puede llamarse pneuma (espíritu), antes que psyche. El alma humana es de naturaleza espiritual y reflexiva, y es una herramienta de amor.

No es necesario extenderse sobre el amor en cuanto a la unión entre personas: se conoce o no se conoce. Es la forma suprema que toma la consciencia humana, la energía fundamental que mueve el universo. La energía cósmica es energía de amor. Sentido sexual, sentido humano, sentido cósmico, son manifestaciones interdependientes. Teilhard destaca: "El Amor es la sangre misma de la Evolución espiritual. Es una función de tres términos: el hombre, la mujer y Dios, que se revela a nuestra consciencia por el sentido sexual, por el sentido humano, por el sentido cósmico. El amor-energía, bajo todos sus matices, no es ni más ni menos que la señal en forma más o menos velada, que se halla colocada en el corazón de cada elemento por la Convergencia psíquica sobre sí mismo del Universo. Sólo un verdadero super-amor (es decir, sólo la atracción de una verdadera super-persona) puede, con necesidad psicológica, dominar, captar y sintetizar la multitud de otros amores de la Tierra".

En perspectiva, la obra humana prioritaria consiste en recobrar cierta cualidad espiritual y sagrada, a modo de renovación o recreación, con libertad para procurar verdades más elevadas. En este sentido, podríamos sostener que el Génesis no ha concluido, se proyecta en el tiempo y el espacio como desafío para encarnar la evolución cósmica en el "aquí y ahora". Nuestra época desnaturalizada posee una sola palabra para el "tiempo". Los griegos tenían dos: chronos (el tiempo del reloj, el tiempo que se mide) y kairos (no el tiempo cuantitativo del reloj sino el tiempo cualitativo de la ocasión). Todos experimentamos en nuestras vidas la sensación de que llegó el momento adecuado para hacer algo, que estamos maduros, que podemos tomar una decisión determinada. En cierto modo, todos nosotros somos Adán y Eva.

La raíz etimológica oikos (morada), punto de partida de la Ecología como ciencia que estudia las interrelaciones del mundo natural, se expande para insertarse en el mundo espiritual y para abrirnos perspectivas sólo advertidas fragmentariamente a través de este tiempo caníbal. Dos gigantescas guerras mundiales (1914-18 y 1939-45) y la actual furia homicida notoria en los Balcanes, el Asia Menor o el Medio Oriente, junto con la triste memoria de los epígonos europeos totalitarios de la nación-estado (Hitler, Mussolini, Stalin y Franco), ilustran la agonía del Viejo Mundo en lo referido a la apertura de metas luminosas para el crecimiento espiritual de nuestra especie. Hoy que Occidente celebra la disolución del Imperio Soviético como un triunfo del capitalismo, no podemos menos que advertir que no es otra cosa que un prólogo de la disolución del Imperio Estadounidense. Un estado de coma que el atormentado cineasta ruso Andrei Tarkovski resumió de este modo años atrás: "Hay motivos de sobra para las aflicciones en nuestra civilización: el desarrollo material y tecnológico avanza más y más por un lado, dejando atrás el aspecto espiritual. Hay un conflicto entre el desarrollo material y el atraso espiritual". Le faltó aliento para descubrir que tal desarrollo material no es avance sino retroceso, y que no hay atraso espiritual alguno en el universo: sólo hay negación de lo espiritual en los baluartes de la mentalidad totalista de los traficantes de odio, miedo e infelicidad.

No postulo desde la eco-espiritualidad una nueva filosofía: nos aplicamos a sintonizar cierto amor planetario que anda dando vueltas. La "filosofía" ha sido el estudio de los procesos que gobiernan el pensamiento y la conducta, o la investigación de los principios que regulan el universo y sustentan toda realidad. Amor (philos) a la sabiduría (sophia): noble causa. Pero queremos ir más allá de las especulaciones filosóficas o teológicas. De los circuitos cerrados de "iluminados" a prueba de convivencia.



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